La impresión 3D ya está Una tecnología capaz de revolucionar la forma en la que se hacen muchas cosas. Podría sonar a perorata de algún iluminado, pero semejante idea viene ni más ni menos que de Barack Obama, presidente de Estados Unidos y por lo visto un firme defensor de la inversión para potenciar la impresión 3D.Mera anécdota o una más de las frases grandilocuentes del presidente de turno. Sea como sea, evidencia que la impresión 3D ya no es cosa del futuro, sino de un presente cada vez más inmediato. Tanto, que la empresa EntresD se ha traído hasta el Salón del Comic de Barcelona sus dos modelos, UP!Mini y UP!Plus, que ya pueden comprarse respectivamente por unos 720 y 1.200 euros (impuestos no incluidos).
¿Una impresora 3D en una cita dedicada al mundo del cómic? La presumible pregunta tiene fácil respuesta al ver sobre las mesa una figura de Darth Vader impresa en plástico (plástico ABS, más concretamente), el material que usan los dos modelos domésticos comercializados por esta compañía.Y es que si algo suscita esta tecnología son preguntas. En realidad hace ya muchos años que se usa en aplicaciones industriales, pero su llegada al mercado de consumo es lo que está popularizando estos aparatos y despertando la curiosidad del respetable. Buena prueba de ello es que EntresD ya había vendido 20 unidades antes de realizar ayer su presentación oficial.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
EntresD presentó ayer sus nuevas impresoras 3D en el Salón del Cómic de Barcelona.
Las cifras tampoco dejan lugar a las dudas. En 2007 se vendieron 66 impresoras 3D en el mundo; en 2012, más de 23.000. Ni que decir tiene que las previsiones para este año mantienen esta tendencia al alza.
Más allá del entusiasmo del presidente estadounidense -que quiere una de éstas en cada aula- o de la fuerte inversión de países como China, la causa de este despegue comercial de la impresión 3D está en el fin de la patente referida a la impresión con plástico hace ya unos años. En 2014 ocurrirá lo mismo con la tecnología de impresión con metal mediante láser, con lo que es de suponer que en unos años también esta tecnología llegue a los modelos domésticos.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
Mientras una de las impresoras termina una pieza de ajedrez -ha tardado unos 45 minutos- y la otra va dando forma capa a capa a una figura de un conejo -en apenas 20 minutos está lista- Marc Torras, director general de EntresD, explica que en realidad se puede usar casi cualquier material.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
De hecho, las aplicaciones son mucho más numerosas y habituales de lo que posiblemente imaginábamos. Piezas de aviones y coches de Fórmula 1, prótesis ortopédicas -que ya no tienen que adaptarse a partir de un modelo común sino que se imprimen personalizadas- piezas dentales, audífonos... incluso las suelas de calzado para deportistas profesionales, tejidos de nailon, guantes de malla...
Un ejemplo más cotidiano: Nokia ha publicado diseños de carcasas protectoras de algunos de sus móviles para que los usuarios puedan personalizarlas y después imprimirlas. No es futuro, es presente.
El futuro
Si el presente puede producir ya un poco de vértigo -sobre todo sus consecuencias sobre los sistemas de producción y manufacturación actuales-, las posibilidades de cara al futuro suenan directamente a ciencia ficción.
Una impresora capaz de imprimirse a sí misma. Suena a metafísica, pero mientras observamos el nivel de detalle de la figura del conejo que tenemos entre las manos no parece una locura. ¿Más posibilidades? Impresión de tejidos humanos (ya se están realizando pruebas), hasta el punto de que algunos se atreven a pronosticar un futuro en el que será posible imprimir órganos para trasplantes.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
Pero mientras todo eso llega, por ahora existen algunas limitaciones. Las impresoras domésticas sólo pueden trabajar con un rollo de plástico de un color entre los seis disponibles y cuyo precio, por cierto, rondará los 30 euros. Aquí no hay cabezales propios ni sistemas cerrados, nos recuerdan, así que no parece que vaya a haber ningún truco con los consumibles. Se está investigando ya la impresión en dos colores, pero por ahora los resultados dejan bastante que desear. Habrá que esperar para poder imprimir en 3D nuestras estupendas fotos, parece.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
Aunque para los no iniciados en la materia el mayor problema podría parecer conseguir los diseños 3D y la configuración de la impresora, no parece que haya por qué preocuparse. En Internet pueden encontrarse más de 300.000 piezas ya preparadas para su impresión y los dos modelos presentados (sobre todo la UP!Mini) no tienen ningún misterio en cuanto a manejo.
De hecho, la popularización de los escáneres 3D parece el siguiente paso lógico. Por ahora opciones no faltan: ya hay programas que, a partir de 40 fotos de un objeto realizadas por el usuario, pueden generar el diseño 3D para imprimir.
Y en Estados Unidos, que representa casi un 40% de este todavía pequeño mercado, museos como el MET de Nueva York ya han organizado jornadas de puertas abiertas para que los visitantes puedan escanear algunas de sus obras y publicar los esquemas en la red. Puerta abierta, pues, a la impresión en casa de moldes a pequeña escala de grandes obras de arte.

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)

Foto: Álvaro Méndez (Quesabesde)
¿Y los derechos de autor? ¿Podemos imprimirnos un Darth Vader sin que George Lucas se enfade? Es otro de los temas que está sobre la mesa, aunque mientras no haya negocio con la venta de estos muñecos impresos -nos recuerdan- no hay delito.
Más preocupante es sin duda el debate cuyos ecos retumban desde hace meses al otro lado del Atlántico. No parece haber límites para la impresión 3D. Incluida la impresión de armas, que aunque de plástico, pueden ser operativas.
Son los claroscuros de una tecnología que, cambie o no el mundo, tiene todos los puntos para convertirse en una de las tendencias de un futuro cada vez más cercano.
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